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Nº 16 Noviembre 2005 > Temas de Educación

La Educación tecnológica: ¿estudios técnicos o humanísticos?
Un análisis de diferentes perspectivas para la enseñanza de Tecnología en la formación general de los alumnos, intentando superar la dicotomía entre disciplina «práctica y técnica» o «teórica y humanista».

Mario E. Cwi

Desde hace aproximadamente treinta años se viene observando una tendencia mundial a la incorporación de un área de Tecnología, también llamada Educación tecnológica, como parte de la formación básica y general de todos los alumnos. A diferencia de la Educación técnica o la Formación técnico-profesional, que se orienta a la formación de técnicos con conocimientos para desarrollarse en algún campo laboral específico, la «tecnología para todos» pretende ubicarse en un lugar equivalente al de las otras áreas del conocimiento escolar y ofrecer aportes para incrementar el capital cultural de los alumnos desde edades tempranas.

Objetivos del área de Educación tecnológica

Analizando los documentos curriculares de diferentes países, es posible reconocer cierto consenso entre los objetivos que se persiguen mediante el área de Educación tecnológica, que no reemplaza a la Educación técnica sino que la complementa. Por un lado se mencionan ciertos objetivos relacionados con el «saber-hacer», con la resolución de problemas prácticos y con el dominio de determinadas técnicas o tecnologías. Por otro lado, junto con estos fines, se mencionan también aquéllos que, haciendo hincapié en un enfoque centrado en las operaciones sobre la materia, la energía y la información, permiten construir nociones generales, comunes a todas las tecnologías. Finalmente, un tercer grupo de objetivos se orienta a desarrollar un espíritu crítico en relación con las interacciones entre la tecnología, las personas, la sociedad y el medio ambiente.
Una mirada a los planes de estudio, a los libros de texto o a las prácticas de aula permite poner de relieve la existencia de diferentes enfoques de enseñanza, que se corresponden con diferencias de criterios para priorizar entre los tres grupos de objetivos mencionados. A modo de ejemplo pueden mencionarse dos extremos: por un lado se encuentran propuestas curriculares que consideran que la tecnología es un conocimiento fundamentalmente práctico; en el otro extremo, se considera el estudio de la tecnología ligado fuertemente con los estudios sociales. Entre ambos extremos, existe una variedad de alternativas que surgen de priorizar y articular los diferentes aspectos del conocimiento tecnológico.[1]

Los vínculos entre ciencia, tecnología y sociedad, y las prácticas escolares

Normalmente, cuando en las clases de Tecnología se pretende abordar las relaciones entre tecnología y sociedad (o entre sociedad y tecnología), suele tomarse como marco referencial el conocido enfoque de estudios sociales de la ciencia y la tecnología, también llamado enfoque de ciencia, tecnología y sociedad (CTS). Según la OEI[2], «los estudios de ciencia, tecnología y sociedad (CTS) constituyen un campo de trabajo interdisciplinar centrado en el estudio de las relaciones de la ciencia y la tecnología con su entorno social desde una óptica interdisciplinar, con el objetivo último de promover la sensibilización y participación pública en las políticas de ciencia y tecnología.»
La incorporación del enfoque CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad) a las prácticas escolares ha tenido una interesante repercusión en los planes de estudio de las ciencias en varios países. J. Solomon (Oxford University, 1995), a propósito de su experiencia en las escuelas de Gran Bretaña, afirma que este enfoque permite dar mayor relevancia a las clases de ciencias pues atraen la atención de los alumnos, estimulándolos para aprender las ciencias a partir de cuestiones humanas, éticas o políticas. Los problemas relacionados con la contaminación de las aguas, la lluvia ácida, la energía nuclear, la automatización en las fábricas o, más recientemente el SIDA, son sólo algunas de las temáticas que dan pie a una enseñanza que pone el foco en los vínculos entre la ciencia, la tecnología y la sociedad.
La adopción del enfoque CTS, como un marco para organizar la enseñanza de la tecnología, puede analizarse desde diferentes perspectivas. En principio, es importante tener en cuenta que este enfoque se origina en la necesidad de renovar la enseñanza de las ciencias (en particular las Ciencias naturales).[3] En España, actualmente se considera el enfoque CTS como la clave para establecer un marco de enseñanza de la tecnología que trascienda una mirada reducida, centrada casi exclusivamente en los aspectos más técnicos o ingenieriles. En cambio, la misma Solomon (una de las que propuso las primeras experiencias de enseñanza de las ciencias según el enfoque CTS en Inglaterra), se pregunta si las temáticas propuestas por este enfoque son las que permitirían completar lo que estaría faltándole a la mirada exclusivamente técnica que suele predominar en algunas propuestas de enseñanza de la tecnología. Sus dudas se basan en que, normalmente, los temas de estudio tomados en este enfoque son los más controvertidos (muy útiles para atraer la atención de los alumnos), pero que no parecen ofrecer una perspectiva completa y equilibrada desde donde construir un discurso sobre la tecnología. Afirma que: «los temas que apremian y amenazan no ofrecen un lugar tranquilo desde el cual reflexionar sobre la naturaleza de la tecnología»; alimentando, en los alumnos, ciertas visiones tecnofóbicas muy presentes en la sociedad. Por otro lado, A. Fraga hace notar que el enfoque CTS, si bien intenta ofrecer una visón más humana y social de la tecnología (intentando además relacionarla con las ciencias), no pretende abordar lo tecnológico como un cuerpo de conocimientos organizado.[4]

Un modelo para la práctica tecnológica

La adopción de un determinado enfoque para la enseñanza de la tecnología está fuertemente condicionada por el tipo de modelo o de representación que se posee sobre la actividad tecnológica en la sociedad. A. Pacey, en su libro La cultura de la tecnología (1983), presenta un modelo de lo que él denomina «práctica tecnológica». El modelo se basa sobre la relación entre tres aspectos clave que estructurarían la práctica de la tecnología.

  • Un aspecto específicamente técnico que abarca las técnicas, artefactos, los conocimientos y las habilidades desplegados por las personas en el quehacer tecnológico.
  • Un segundo aspecto, organizacional, involucra el contexto económico y social en el que se desenvuelven los profesionales y trabajadores relacionados con la tecnología, así como también los usuarios y consumidores de los productos y procesos tecnológicos.
  • El tercer aspecto, el cultural, involucra los valores que influyen en la creatividad de los diseñadores e inventores, y las creencias y hábitos que caracterizan la actividad técnica.

Teniendo en cuenta el modelo de Pacey, Gilbert (1992) distingue entre tres modos diferentes de abordar la enseñanza de la tecnología: enseñar para la tecnología, enseñar sobre la tecnología, enseñar en la tecnología.

Enseñanza para la tecnología

Cuando Gilbert hace referencia a la enseñanza para la tecnología, está haciendo alusión a aquella enseñanza que se propone comenzar a desarrollar en los alumnos, y desde edades tempranas, ciertas capacidades y conocimientos técnicos que, más tarde, se retomarán y profundizarán en la Educación técnica o en la Formación técnico-profesional. Bajo esta perspectiva, la Educación tecnológica está fuertemente ligada a la formación para el trabajo. Este modelo, al centrarse casi exclusivamente en los aspectos técnicos del modelo de Pacey, ha recibido críticas de quienes sostienen que podría reforzar en los alumnos una visión un tanto determinista del desarrollo tecnológico. Esta postura determinista, estrechamente ligada a la idea de una tecnología dependiente exclusivamente de expertos, considera que la tecnología se desarrolla sólo como resultado de su dinámica interna, moldeando a la sociedad pero sin reconocer los modos en que las fuerzas sociales y económicas dan forma a las tecnologías. Así, el desarrollo científico-tecnológico sería exógeno a la situación económica y social, y de algún modo independiente de la sociedad en que se desenvuelve.

Enseñanza sobre la tecnología

La enseñanza sobre la tecnología se propone poner de relevancia los dos aspectos que el enfoque anterior no toma en cuenta, incluyendo los aspectos culturales y organizativos relacionados con la tecnología. El enfoque CTS se encuadraría dentro de esta perspectiva. Las críticas a este enfoque, además de las que realizan Solomon y Fraga, hacen referencia a que los alumnos suelen aprender mucho sobre los aspectos contextuales de la tecnología, pero no son capaces de adquirir capacidades y conocimientos técnicos que les permitan intervenir sobre la práctica concreta. Por otro lado, en muchas propuestas de enseñanza suele predominar una mirada unidireccional de la relación entre tecnología y sociedad, que refleja un modelo simple y un tanto reduccionista basado en entender los productos tecnológicos como respuestas a demandas y necesidades, sin dar cuenta de la real complejidad que supone relaciones dinámicas entre distintos actores sociales que determinan que una solución se consolide como la más aceptada entre un conjunto de soluciones técnicamente posibles, en un momento y un contexto social y natural determinado (Pérez, Berlatzky, Cwi, 1998). Cuando se privilegia la mirada sobre los impactos y efectos de la tecnología sobre el medio natural y social, se está considerando a la tecnología y sus artefactos como «externos» a la sociedad y su cultura. Un abordaje, que permita dar cuenta de la relación entre la tecnología y la sociedad, deberá tomar como objeto de estudio al sistema tecnológico y sus relaciones con el medio social y natural, teniendo en cuenta que la tecnología es una construcción social, una parte de la sociedad y no algo separado de ella.

Enseñanza en la tecnología

La enseñanza en la tecnología otorgaría la misma importancia a las tres dimensiones del modelo de Pacey. Intenta un equilibrio entre el abordaje específicamente técnico y el que prioriza los estudios sociales. Así, Tecnología como disciplina escolar, más que priorizar los aspectos «artefactuales» y técnicos o los humanos y sociales, se ocuparía de la interacción entre ambos. Más allá de la denominación propuesta por Gilbert, un enfoque de la enseñanza de Tecnología de estas características exige del docente un difícil equilibrio entre lo técnico y lo humanístico. Según Fraga, este enfoque demanda un nivel de integración e interacción de los contenidos técnicos y humanísticos de modo de dar cuenta de las interacciones entre las personas, las organizaciones y los artefactos y técnicas.

El cambio tecnológico

La Educación tecnológica es una disciplina que, más que tratar sobre los artefactos y técnicas creados por las personas, trata de las relaciones entre los seres humanos y estos artefactos y técnicas. Si se pretende desnaturalizar esta relación, superar el modelo demanda-respuesta y ampliar la visión de impactos y efectos a otra que reconozca también el modo en que las condiciones del medio técnico, social y económico influyen sobre la creación de tecnologías, será necesario incorporar la perspectiva histórica que dé cuenta de las características del cambio tecnológico a través del tiempo.
En la escuela, cuando se habla de la historia de la tecnología o de la tecnología en la historia, es muy común que se haga mención a historias de personas, de inventos e inventores, de necesidades y de respuestas tecnológicas. En muchos casos se suele ver la historia de la tecnología como una secuencia lineal, en donde un invento va sucediendo a otro, y éste a otro, y a otro, y a otro…Se considera a los productos tecnológicos como el resultado de la inspiración de ciertas personas con capacidades especiales, inspiraciones repentinas de los llamados «inventores». La realidad suele ser más compleja (afirma Jacomy en Historia de las técnicas). La mayoría de las veces es difícil atribuir a un individuo o a una fecha precisa aquello que en general es fruto de una maduración lenta, de búsquedas paralelas, de hallazgos fortuitos. En muchos casos una invención surge a partir del momento en que el medio se vuelve propicio a su aparición; en ese momento, ciertas personas más astutas que otras producen a partir de sus «chispas» creadoras. Destacar el rol de los nombres y las fechas, por sobre las características del medio en que surge un determinado invento, oculta y limita la posibilidad de tomar conciencia de, por ejemplo, la relación entre el conflicto social y el problema tecnológico. Se hace necesario reconocer la creación técnica como un proceso que ocurre dentro y a partir de un medio técnico determinado; medio que la promueve, la ayuda o la limita y que le ofrece, además, un conjunto de estímulos, intereses y demandas complejas de orden económico, social y cultural.
Esta mirada de la tecnología ofrece oportunidades para tomar contacto con el concepto de «cambio técnico». Si las Ciencias sociales brindan el marco general y crítico, la Educación tecnológica lo analiza desde el conocimiento que los mismos alumnos van desarrollando sobre las técnicas específicas, los artefactos, los procesos técnicos y sus relaciones (Fraga). En la medida en que los alumnos conocen sobre los temas técnicos y tienen la posibilidad de transitar en el aula por experiencias de aprendizaje vinculadas con el diseño, la creación y la producción de tecnologías, están mejor habilitados para comprender y justificar las razones de los cambios técnicos, y para adquirir una visión superadora de aquella idea de que una tecnología reemplaza a otra sólo porque «es mejor». En particular, la posibilidad de ver las diferentes tecnificaciones como delegaciones de funciones y operaciones humanas hacia los artefactos crea el marco para abordar con los alumnos la idea de la continuidad técnica, idea que permite reconocer en las tecnologías de hoy a las tecnologías de ayer; idea que permite encontrar invariantes que se conservan por sobre los cambios tecnológicos, idea que ayuda a encontrar la identidad en un área cuyo objeto de estudio parece ser difícil de especificar: ¿qué estudiar cuando todo cambia tan vertiginosamente?¿Cuáles son los conceptos más estables propios de la tecnología? Para encontrar las respuestas habrá que prestar atención a aquello que se conserva, aun cuando sucedan los cambios técnicos.

Una mirada crítica

La incorporación de Tecnología en la escuela ayudará a que los alumnos asuman una mirada amplia y desprejuiciada de la tecnología. Podrán ser usuarios o consumidores más críticos; desarrollarán cierto tipo de pensamiento (llamado pensamiento técnico), poco abordado en otras áreas; conocerán sobre sistemas y procesos técnicos. No estudiarán «sobre la tecnología», sino que la comprenderán a partir de involucrarse en su propia dinámica interna, en su propia lógica, pero tomando en cuenta que forma parte de un medio social y natural que la condiciona pero, también, es depositario de sus efectos. Reconocerán que las tecnologías cumplen fines técnicos específicos y, además, alteran la vida, las costumbres y formas de pensar de todos nosotros. El área de Tecnología puede contribuir a formar alumnos más críticos y más capaces de intervenir sobre la realidad, abordando contenidos originales en la escuela y contribuyendo al desarrollo humano de cada uno de los niños. El área de Tecnología es un área técnica porque su objeto de estudio son los artefactos y artificios creados por el hombre, y es un área humanística porque centra la atención en la relación entre estas creaciones y las personas, como parte de un medio, un contexto, un lugar, una época, una cultura.

Mario E. Cwi
Ingeniero electrónico

Notas

[1] En un interesante trabajo, muy difundido entre los estudiosos de la Educación tecnológica, Marc De Vries presenta una categorización de diferentes enfoques, a partir del análisis del los enfoques presentes en el mundo.
[2] Puede encontrarse más información visitando la página Web de la OEI: www.oei.es
[3] Puede encontrarse más información sobre el enfoque CTS en FOUREZ G., Alfabetización científica y tecnológica.
[4] FRAGA A., Revista Novedades Educativas, Buenos Aires, 2000.